La figura del docente es clave como profesional
responsable de lo que acontece en el aula. A este respecto, afirma Liebermany:
La enseñanza y el aprendizaje son interdependientes. Y desde este
punto de vista, los docentes son ante todo aprendices. Plantean y resuelven
problemas; son investigadores intelectuales que se ocupan de diseñar el proceso
de enseñanza aprendizaje, tanto para sí mismos como para los jóvenes que tienen
a su cargo. El aprendizaje no es consumo, es producción de conocimiento. La
enseñanza no es interpretación, es liderazgo facilitador. El currículum no está
dado, se construye empíricamente basándose en las necesidades e intereses de
los aprendices. La evaluación no es un juicio, documenta el progreso en el
tiempo. La instrucción no es tecnocrática, es inventiva artesanal y, por encima
de todo, una importante empresa humana.
La formación basada en competencias es
lenta, requiere participación, sistematización, comunicabilidad, operatividad,
adaptabilidad. Digamos que se fundamenta en la lengua y los estilos
lingüísticos, en comprender y valorar la diversidad cultural de las escuelas,
en saber cómo vamos a actuar para desarrollar una cultura del conocimiento en
una sociedad tan dispar.
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